DIJO EL I CHING
Todo sentimiento del corazón induce a un movimiento. Los muslos corren sin reflexionar hacia aquello a que aspira el corazón; adhieren al corazón al cual siguen. Sin embargo, trasladado a la vida humana, este modo de movilizarse, inmediatamente, en seguimiento del influjo de cualquier capricho, no es lo correcto y si uno actúa constantemente así lleva a la humillación.
Surge de ello un pensamiento triple:
no se debe correr sin mayor motivo tras toda persona sobre la cual quisiera uno ejercer influencia; en ciertas condiciones debe uno saber contenerse. Asimismo, no debe uno acceder a todos los caprichos de aquellos a cuyo servicio está. Y finalmente, no debe desdeñar nunca la posibilidad de refrenar los humores de su propio corazón: una posibilidad en la cual se basa la libertad humana.