CIUDAD DE ESPEJOS
¿Dónde quedaron mis palabras?
Terca mi boca se cierra ante los otros.
Es que intento desviar una y otra vez esta existencia que se repite.
Me niego a aceptar que lo común sea lo que mantenga la vitalidad.
Los chicos corren en la plaza y yo los miro.
Parecen pedacitos de papel glasé.
Ríen mientras lloro.
Llorar la existencia una y otra vez.
Que destino pálido.
Las veredas como renglones sostienen a la gente que está por cruzar.
Miro entre las lágrimas figuras acuosas.
Es ese borde el que no alcanzo a entender, ese borde deshilachado.
Ese hilo de la vida que se escapa entre mis manos.
Tengo una tela blanca y dedales en todos mis dedos.
(Brillan dorados entre los abedules)
Con las agujas intento bordar y bordear algo de la vida.
Los trazos duran segundos, no hay marca que los haga perdurar.
El hilo vuelve a cortarse, es débil y fino.
Por eso lloro mientras los demás ríen.
Brillan ante mí, aquí
En la ciudad de los espejos.
Calíope - Junio 1999