22 jul 2005

LOS QUE NO PUEDEN MAS










La fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas.
Esquivás a tu corazón y destrozás tu cabeza,
y en tu voz, sólo un pálido adios
y el reloj en tu puño marcó las tres.
El sueño de un sol y de un mar y una vida peligrosa
camibiando lo amargo por miel y la gris ciudad por rosas
te hace bien, tanto como hace mal
te hace odiar, tanto como querer y más
Cambiaste de tiempo y de amor y de música y de ideas.
Cambiaste de sexo y de Dios de color y de fronteras
pero en sí, nada más cambiarás
y un sensual abandono vendrá y el fin
Y llevás el caño a tu sien apretando bien las muelas
y cierras los ojos y ves todo el mar en primavera
bang, bang, bang
hojas muertas que caen,
siempre igual, los que no pueden más
se van.


"Viernes 3 AM"
SERU GIRAN

SI ME NECESITAS LLAMAME...PARA CORREGIR


Los lectores de Raymond Carver saben que en sus narraciones todo está por suceder, o está ocurriendo sin que sus personajes lo adviertan. Lo oculto en Carver, lo que no se muestra, no es aquello que el autor sabe y escamotea al lector, sino que alude al misterio, a lo que nadie conoce. Esta tensión se mantiene en los cinco relatos de" Si me necesitas, llámame", descubiertos luego de la muerte del autor de Catedral en 1988 y por primera vez editados en libro. Estos cuentos recobrados varían conocidos tópicos de Carver. Como los individuos que han dejado el alcohol y ensayan vivir bajo el desconcertante efecto de la sobriedad. El alcoholismo en Carver nunca tiene el aura de celebración, sagrado desarreglo sensorial o necesario refugio como en Hemingway, Kerouac o Bukowski. La bebida, como ocurre en "Leña", siempre es un lastre deprimente, un pasado improductivo y vergonzante. Otra de las insistencias carverianas es la fatalidad de la vida. La módica felicidad siempre está jaqueada por accidentes que la parten en dos. La disolución del amor es otro de sus motivos, que vuelve en el notable relato "Si me necesitas, llámame". En este librito -que no está por debajo de sus obras publicadas-, no hay sorpresas temáticas ni formales. ¿Pero tiene sentido exigir ruptura al que pudo escribir un puñado de textos inolvidables sin variar nunca sus temas y sus formas?

Encontrados algunos en su propia casa y otros en la Biblioteca de la Universidad del Estado de Ohio, estos relatos inéditos todos ellos versiones no definitivas que Tess Gallagher –su viuda-, Jay Woodruff y su editor Gary Fiskejton retocaron manteniendo el "estilo Carver", narran historias de gentes en la línea del cambio. Parejas que se deshacen, hombres que intentan definitivamente dejar la bebida, vidas que por alguna razón se tambalean…, en definitiva, una pieza más del mundo que Carver supo crear con su escritura. Y es que en el fondo la literatura es eso, crear una verdad independiente de las demás, crear un mundo donde lo importante es la coherencia interna y las únicas normas que rigen son las que se impone el autor. Es crear un estilo.Carver lo consiguió, aunque quizás con cierta ayuda. Alessandro Barico, en un artículo escrito para el diario italiano La República, explica cómo Gordon Lish, uno de los editores de Carver, corregía los relatos radicalmente llegando, a veces, a eliminar el cincuenta por ciento del texto. A él se deberían los finales secos como rocas, fríos y sorprendentes que dejan con el pensamiento en el aire, más que inacabados, inexplicados, y que provocan el tan reconocible efecto Carver. En sus originales Carver explicaba, daba los razonamientos, los motivos y no es que el cuento perdiera calidad pero era otro. Quizás ya existían cuentos así. Carver sentía la necesidad de defender a los personajes negativos –seguramente se sentía uno de ellos-, Gordon Lish la de cortar y borrar las pistas demasiado evidentes de Carver. Entre ambos consiguieron crear un estilo que ha servido de modelo para gran número de creadores posteriores y que refleja las contradicciones, el quedarse sin palabras y cierta amargura del estilo de vida americano, aunque cada vez tiene menos sentido diferenciar entre América y Europa.En realidad, nunca sabremos con seguridad hasta qué punto fueron así las cosas y cuánto intervino la mano del editor a la hora de revisar los textos de Carver, pero no importa. Lo que importa es entender el peso del estilo, que la forma puede decir más que el contenido –sobre todo en literatura-, y que un buen escritor es aquél al que se reconoce al leer y no puede ser imitado con éxito. Todo esto se da en la obra de Carver y estos nuevos relatos harán sin duda disfrutar a aquellos que se sientan cómodos en ese mundo áspero que él, brillantemente, supo crear.

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