27 jul 2005

TRIBUTO










En 1993 Mario Podestá, prestigioso fotógrafo y periodista argentino, especialista en conflictos internacionales y sociales, fue acogido en el entorno de la Madre Teresa para que pudiera documentar su obra.El libro "Madre" es un tributo del autor a la Madre Teresa y, por tanto, a "la Calcuta verdadera, la ciudad de la gente más luminosa de la tierra, de los niños más bellos". Posiblemente ninguna cámara haya captado de forma tan exacta la sensibilidad de la mirada de la Santa de la India, cuyo lema era "dar hasta que duela".
El autor dijo al preparar este homenaje "deseaba compartir mis imágenes que obligan a tomar partido, molestan, disgustan" y añadió "he intentado durante toda la vida explicar el lenguaje universal del dolor"
En el 2001 Podestá organizó una gran muestra en Buenos Aires, en la que presentó una retrospectiva de su trabajo. El evento involucraba - además de fotos, videos, charlas y discusiones - recorridos por espacios en los que se recreaba los pasillos de un hospital de guerra, el angosto sendero en medio de un campo minado o el paseo entre fusiles a lo largo de una estrecha calle de Jerusalem. Su objetivo era mostrar que "si hay algunos que tienen tanto es porque a otros les falta todo" Había una gran imagen de Videla montada sobre el piso, justo en el ingreso a la sala, de manera que uno estaba obligado caminar sobre ella para entrar a esa Tierra Prometida, tal era el nombre de la exposición.El autor hablaba de una Tierra Prometida en la que somos parias, donde no podemos permitirnos el silencio, ni tomarnos el lujo de quemar lo poco que queda. "Cuando los medios periodísticos trabajan al servicio de "contenidos sin contenido"; cuando la cultura y la información han sido devaluadas al amparo de la globalización (...), una mirada brutal es necesaria y justifica mi existencia", aseguraba.
Murió en un accidente de coche, cuando por causas todavía no explicadas, una rueda de su jeep explotó a 150 kilómetros de Bagdad», en abril del 2003. "Si no voy para allá, me muero", le dijo Mario a su hermana, antes de partir. Y esta vez, a diferencia de todas las demás, se despidió de cada uno de sus familiares, de cada uno de sus amigos. Por alguna razón, esta misión tenía algo especial.¿Qué podría tener de especial esta guerra para alguien que cubrió tantos otros conflictos? Kosovo, Somalia, Palestina, Ruanda, Chechenia.... Había recorrido el mundo para contarlo del modo más molesto, mostrando en imágenes el drama de niños hambrientos, la soledad de madres desesperadas, el odio por dioses ajenos, la indiferencia infernal. Entrevistó a gigantes y a enanos, a la Madre Teresa, a Nelson Mandela, a Yasser Arafat,a Indira Gandhi ,a Richard Nixon.
Sin ser artista ni loco recibió elogios de Pablo Neruda, de Bioy Casares y de Salvador Dalí.
Dijo alguna vez Jacobo Timerman: "Cuando todos se han ido y comienza el después de la noticia, allí sigue Mario con sus cámaras. Siempre estará allí..."
Y sigue estando.



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