14 ago 2005

DE TAL PALO

A los siete años Bebel Gilberto se subió al escenario del Carnegie Hall de Nueva York. La suya no era una visita cualquiera, ni un paseo programado por su colegio para recorrer los espacios destinados a conciertos que existen en la Gran Manzana. Ese día una precoz Bebel Gilberto acompañaba a su madre, la conocida cantante brasilera Miúcha, en una cita musical con el destacado saxofonista Stan Getz, toda una eminencia a la hora de hablar de jazz. Aunque el escenario del Carnegie Hall no fue el primero en recibir las inquietudes musicales de la pequeña artista, su paso por las tablas neoyorquinas anticiparon un camino promisorio que hoy la tiene convertida en uno de los mayores referentes de la bossanova moderna.
Bebel dijo tiempo atrás que había abandonado la ciudad donde creció, Río de Janeiro, con la intención de construir una carrera propia, alejada de los fantasmas y duendes familiares que la rodearon hasta no hace mucho tiempo: su padre suele ser apuntado en primer lugar al momento de identificar una cara y una voz con un supuesto "inventor de la bossa"; su madre cantó y grabó junto a Vinicius y Tom Jobim; su tío y padrino es Chico Buarque, y la cantante Astrud Gilberto bien podría considerarse su segunda madre. Ahora, asegura que aquel linaje de extraordinario poderío artístico fue apenas una de las razones para mudarse a Nueva York.
Probablemente este nexo indiscutible con la historia reciente de la rítmica brasilera es el culpable de su precoz aparición en los escenarios. Claro, Bebel debutó ante el público siendo tan sólo una niña, pero su inicio discográfico demoró varias décadas. Fue durante el año 2000 que esta cantante nacida y criada en Estados Unidos se atrevió a lanzar su primer LP. "Tanto Tempo" es el nombre de esa producción que la llevó a infiltrarse definitivamente en los oídos de los amantes de la rítmica menos estridente. Bossanova mezclada con pequeños guiños a la electrónica más pausada se transformaron en sus ingredientes favoritos. El disco, que fue catalogado de sofisticado, la llevó a ser reconocida en todo el mundo como la nueva figura de la generación de recambio de la rica tradición musical brasilera. Cuatro años después de este auspicioso estreno, Bebel Gilberto sacó al mercado un LP homónimo que definitivamente la consolidó como un buen ejemplo de los sonidos delicados y cosmopolitas, ideales para acompañar un buen martini.
Su llegada a Nueva York, en 1991, no logró de todas formas desligarla de nombres y apellidos con importancia en la música popular, esta vez no de Brasil, sino del mundo. Viajó a la Gran Manzana invitada por Arto Lindsay para cantar en un tributo a Carmen Miranda y la modernidad neoyorquina se rindió a sus pies (¿o a su voz?). David Byrne, Towa Tei, Thievery Corporation se cruzaron en su vida en el preciso instante en que toda una generación de músicos nacida en las grandes ciudades redescubría, una vez más, la bossa nova, ofreciendo una relectura del género.
"Tanto tempo", el primer disco "propio" de Bebel, editado en 2000 (las grabaciones anteriores Gilberto las considera "parte del aprendizaje"), logró el sueño de la chica que canta como sirena y conquista con sensualidad los escenarios del planeta. Nueva York, Londres, París, Berlín, Tokio. Un segundo volumen del disco, con remixes a cargo de lo más preciado de la escena dance y productores de música electrónica, sedujo también a un público joven y moderno que había encontrado en los colores de la melodía brasileña un nuevo rumbo inspirador.
Su nombre suena como una caricia suave y esta vez la voz de este ángel brasileño es más soñadora y relajante - incluso más sentida - que nunca. Sus canciones siguen siendo elaboradas y siguen apuntando directas al corazón; la mayoría de ellas han sido compuestas o coescritas por ella misma. Por supuesto, hay groove y bossa nova, además de una abundancia de ritmos pausados. Bebel Gilberto ya no es la princesa del boom de la música brasileña; ahora es su reina.
(Llegó a Baires y está dando conciertos en El Coliseo)

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