30 jul 2005

ENCUENTRO CON UN MONSTRUO

La cultura africana, el dinamismo musical europeo y una personalidad especial confluyen en Richard Bona. El bajista camerunés, nacido en 1967, se considera a sí mismo como un contador de historias, algunas de las cuales apoya con la voz, mientras que en otras ocasiones deja hablar a su bajo eléctrico. No es ni uno ni otro, pero hay quienes le sitúan en algún punto entre Sting y Jaco Pastorius, su gran referente. De hecho, fue a través del maestro de las cuatro cuerdas como Bona se introdujo en el jazz. Aunque lo cierto es que conoció esta música por necesidades de trabajo, cuando el dueño de un local le ofreció tocar en un hotel si hacía temas jazzísticos. Con el préstamo de unos cinco centenares de discos, el músico empezó a trabajar... hasta hoy.Desde pequeño, cantaba con su familia en la iglesia de Minta, en el este de su país, como parte del coro. Y si a los cinco años actuaba en público, no tardó mucho en pasar de tocar con flautas de madera y hacer percusiones a fabricarse su propia guitarra de doce cuerdas, acústica. Pero le iba la electricidad, así que alquiló una guitarra amplificada para actuar, una vez instalada su familia en la ciudad de Douala, de mayor tamaño que su villa natal. Tenía once años.Con semejantes antecedentes y el impacto que le produjo el álbum en solitario de Pastorius -en especial, el tema 'Portrait of Tracy'- no es de extrañar que se lanzara a devorar material de jazz para incorporarlo a su arsenal expresivo durante la década de los ochenta. Luego llegaría su etapa parisina, en la que compartió labores musicales con el violinista Didier Lockwood o el bajista Marc Ducret. También colaboró con figuras de la música africana, de la talla de Manu Dibango o Salif Keita, a la vez que continuó en su ruta hacia las interioridades del jazz, con las grabaciones de Miles Davis, Chet Baker o Ben Webster. La escena de Nueva York le recibió a finales de 1995. Instalado en la Gran Manzana, contactó con el miembro fundador de Weather Report Joe Zawinul, a quien ya conocía de París, y se unió al grupo Zawinul Sindicate. Los hermanos Brecker, Mike Stern, Pat Metheny, Herbie Hancock, Chick Corea, Jacky Terrasson y Branford Marsalis o los baterías Steve Gadd y Omar Hakim han contado en alguna ocasión con el buen hacer de Bona, un hombre personalmente amable y relajado.Richard Bona es mucho más que una aguda manera de cantar, sus álbumes Reverence o Scenes from My Life. han llegado a los primeros puestos de las listas de música y recogido las mejores críticas especializadas; que le han situado en la vanguardia jazzística del momento, destacando su versatilidad como compositor, poderoso bajista o flexible vocalista. Con un registro que va desde el jazz a la música de raíz, acompañado por una excelente sonoridad de una banda interracial de Africa, América y Europa, Bona construye un universo sonoro donde se funden todos los géneros, para generar una música llena de pasión e intensidad que traspasa fronteras
Le dicen el Monstruo.Tal vez sea un 'griot', un 'contador' africano de hoy, con su bajo eléctrico, su guitarra, sus teclados y su percusión.

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